Ahí estaba ella, concentrada en sus asuntos; tanto que no notó mi presencia. Me acerqué sigilosamente, con el arma empuñada con la mano derecha; invertí un gran cuidado en cada paso.
Cuando estuve cerca levanté el brazo con el arma y descargué el golpe brutal; su cadáver cayó ante mis pies.
Finalmente, recogí su cuerpo con la cara del matamoscas y lo eché a la basura.
4 comentarios:
¡wowwwwwwww qué certero! ¡Qué susto para el recolector de basura! Muy bueno. Un abrazo.
Jajá, pensé que habías ajusticiado a una amante traicionera. Muy bueno.
Saludos Luis
Y cada día hay más criminales de este tipo por las calles... vaya verano sangriento :)
Un abrazo camarada!
¿Cómo te voy a insultar si me has hecho reir un motón?, buena entrada, siempre te quedas con nosotros con esos finales tan inesperados, muy bueno.
Un abrazo
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