No recuerdo qué libro me encontraba leyendo pero sí recuerdo haber estado fumándome un cigarrillo. El lugar, mi cuarto.
Hacía calor, por lo que tenía una de las dos ventanas abiertas. Era la ventana izquierda.
De pronto, comencé a escuchar un sonido que me resultó muy molesto. Una mosca había entrado en mi habitación por la ventana y volaba alrededor mío haciéndo un desagradable zumbido.
Pensé que pronto se iría por el mismo lugar por el que había entrado ya que le resultaría poco agradable el humo del cigarro, pero no fue así, seguía volando de aquí para allá.
El zumbido de la mosca cesó. Creí que por fin se había ido pero al elevar la vista del libro la hallé ahi parada en el vidrio de la ventana que se hallaba cerrada, la ventana derecha. Comenzó a andar por el vidrio, como explorándolo, hasta que llegó a una de las esquinas superiores donde tocó ligeramentre una telaraña malamente tejida. La vibración de la telaráña hizo que saliera de un pequeño orificio de la pared un arácnido de color negro que se avalanzó contra la mosca, ésta alcanzó a escapar.
Sin duda que la mosca se espantó bastante, pues volaba desesperada zumbando más molestamente. Buscaba la salida, pero la tonta se estrellaba una y otra vez en el vidrio de la ventana cerrada. Intentaba e intentaba pero siempre chocaba contra ese duro cristal. A escasos centímetros, la ventana izqierda estaba totalmente abierta.
-¡Mosca estúpida!-le grité- ¿Cómo es posible que teniendo tan cerca por donde salir de aquí te estrelles en el mismo lugar una y otra vez?
Callé súbitamente. La mosca había caído atrapada en la telaraña. Ella misma fue a dar a su muerte. La araña ya estaba sobre de ella convirtiéndola en el capullo que ese día comería.
Apagué mi cigarrilo y me dispuse a salir de mi cuarto, pensando en lo ocurrido. Antes de cerrar la puerta detrás de mí, eché un vistazo a aquella esquina donde la mosca moría por su estupidez y suspiré:
-¡Ah, la humanidad!
Salí de la habitación. La ventana se quedó abierta.
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