Hace algunos días me preguntaba si valía la pena soñar, si es bueno construir un palacio de cristal, pero sin tener el material necesario. Me formulaba la misma pregunta una y otra vez, por supuesto había instantes que mi mente se instalaba en el cielo a pensar en el fututo, mejor dicho a soñar. Acostado en mi sillón, me veía reflejado en mi espejo, el espejo del futuro. Me sentía orgulloso por esos maravillosos segundos de placer, mi mente imaginaba un paraíso. Quizás no era exótico ni nada fuera de lo común, pero era lo que más profundo de mis sentimientos y pensamientos que anhelaba mi corazón.. Pero volvía a la realidad con una escalofriante sensación de miedo y adherido con una gota de incertidumbre que me llevo a imaginar mi espejo roto.
Yo mismo con mi inmadurez había quebrajado ese hermoso espejo. En mil pedazos saltaron hacia mi , uno de esos trozos se enterraron en mi corazón, matando cada afán que había dentro de mi.Me vi mi pecho lleno de sangre y mi cara llena de agua. Me recuerdo en un espacio del tiempo que nunca había conocido, solo la encontré aquella vez, pero desde ahí en mi menoría es un recuerdo, pero en la de los demás solo es un estúpido sueño...
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