-¿Puedo ayudarle en algo?
-Ah, pues sí…, resulta que me he perdido. ¿Sabe usted dónde estoy?
-Querido amigo, creo que perderse no es la palabra más adecuada en este momento, ¿no cree?
-Perdone, pero no sé qué insinúa. Yo sólo vengo de paso.
-Está usted ante la muerte, sepa pues que este es mi reino. Aquí nadie llega de paso.
-Entonces,  ¡sí que me he equivocado! Vamos, que yo iba hacia casa…
-Suele pasar, pero le prometo que no elijo yo, al contrario que usted, el momento y el lugar. Simplemente sé cuándo ha de venir.
-¡Pero yo estoy vivo!
-Entonces no debería estar usted aquí.
-¡Pero estoy aquí! ¿O es que no me ve, maldita sea?
-Luego entonces, querido amigo, está usted muerto.
-¡No!... ¿A ver, qué me ha pasado?
-Ha muerto. ¿Se lo deletreo?
-Vale, vale; estoy muerto si usted lo dice, pero dígame cómo ha ocurrido.
-Pues…dejando de vivir, ¿se le ocurre alguna otra forma?
-¡¿Me he tirado por un puente, me he caído al mar, me he roto la cabeza, me han disparado?!
-¿Tan importante es para usted el porqué de que haya muerto? ¿No le vale  el saber que lo está? No sé por qué tienen siempre que ser tan  complicados los humanos. Anda, entra, te haré un huequillo de los  mejores. Me has caído bien y todo.
-¡Oiga, que no, que no me toque! A mí me da igual si usted es la muerte o  lo que sea, pero que yo sigo vivo. Dígame cómo salir de aquí, por  favor. No me haga perder más el tiempo.
-¡Jajaja! ¿Fue usted bufón en vida, mi señor? Es muy gracioso, la verdad nunca me había reído tanto.
-Pero qué se cree…
-A ver, punto uno: está muerto; punto dos: de aquí no hay salida, más  que por la que a mi espalda ve, con esos fuegos tan bonitos que ve usted  allí; punto tres: el tiempo no existe en este lugar, así que no tiene  nada que perder. Haciendo cuentas…-reflexionó la muerte, seria,  mirándole, mientras él veía en aquel gesto alguna extraña esperanza-,  creo que lo único que ha dicho bien es que yo soy la muerte. Así es, y  encantado de conocerle estoy.
-Vale, ¿quién es el bufón ahora?
-Sólo intentaba suavizarle este mal trago, óigame. Tranquilo, hay gente  que llega a aceptarlo en un momento o en mucho tiempo…; como ya le digo,  no hay ningún tiempo que perder, así que relájese. No es tan malo este  lugar, créame.
-¡Juro a Dios que lo intento, pero no creo una palabra de lo que me dice!
-¿Por qué no me acompaña? Le prometo una cosa, si no le gusta le permitiré elegir el sitio donde desea estar.
-¿Vivo o muerto?
-Vivo o muerto. A partir de este su estado.
-Mire, le ahorro trabajo diciéndole que tengo esposa, dos hijas hermosas  y unos padres que me quieren; profeso amigos y dinero, además de ser  feliz por tener la ilusión de levantarme cada día y mantenerme en pie  con ganas.
-¿Acepta entonces la visita a mi reino? Será para usted enriquecedor  siendo el único ser humano en mucho tiempo, que no siempre, que ha visto  la muerte en vida. Si está convencido de sus ganas de vivir,  acompáñeme.
-De acuerdo, sea como quiera. Contemplaré la muerte, y decidiré si quiero o no quedarme.
La primera visita, tras cruzar los fuegos fatuos y girar a siniestra,  fue el rincón de la desdicha; era todo desdichado, no cabía otra  palabra, y nadie sonreía, sólo hablaban de temas inaudibles pese a la  distancia, y las voces iban graves recorriendo la letanía, hasta caer  desdichadas, maldita sea y no de otra forma, a la negra muerte. La  segunda visita fue a la melancolía; allí todo el mundo lloraba por lo  perdido, incluso se preguntaban entre ellos, pero ninguno hallaba  respuesta más lógica que un “la vida es así, la muerte no lo sé”, por lo  que la angustia por salir de allí se acrecentó en su mente. La tercera  visita, la frustración; aquí, simplemente, había una muralla colosal,  que llegaba hasta casi la superficie…, decían que alguien llegó a  escalarla, pero al llegar arriba, no se encontró otra cosa que el estar  de nuevo abajo.
-¿Crees que deseo algo de esto, mi fiel verdugo? Mi corazón se está  muriendo de horror y de pena, y quiere salir de aquí cuanto antes.
-Sólo hemos llegado a la mitad del viaje, no te apresures. Debes verlo todo… antes de poder decidir con justicia y claridad.
Viajaron, pues, a diestra del puente iluminado, y se detuvieron ante el  respeto, un extraño habitáculo donde cada uno de los presentes, unos  veinte o treinta, hacían lo que les apetecía procurando no intentar  entrometerse en lo que otro hacía, otros hablaban dando sus razones y  escuchando a los demás; y si se equivocaban, eran tan rápidos en  ayudarse que casi parecía que sabían que se les caería un objeto en  cuestión, que errarían al hablar, y así miles de cosas más. Llegaron,  entonces, a la igualdad, un lugar donde habían, sentados a la misma  mesa, hombres, mujeres, niños; de todas las razas, de todas las formas,  alturas, pesos…; todos cogían lo mismo que su compañero, exactamente lo  mismo, hasta que, acabando de servirse, separaban lo sobrante. Con mayor  gratitud, llegaron al último destino: una caja de madera, del tamaño de  una persona estando de pie, parecida a un ataúd.
-¿Qué es lo que hay detrás?
-El porqué de la vida, y el qué del más allá.
-Quisiera verlo…
-Para eso has de morir.
-Ahora mismo, técnicamente, estoy muerto, ¿no? Osea que podría echar un vistazo…
-¡O vivo, o muerto! Debes elegir, ya que has visto mis dominios.
-Vivo…, pero es…curioso…; quiero saber qué se esconde detrás de ese  lugar. No puedes al menos decirme algo más de este último sitio, y así  puedo aclarar al menos…
-¡No me entiendes! O vivo, en tu mundo limitado, o muerto, en este infinito a tu merced.
Fue la curiosidad, propiamente humana, la que me llevó a morir sin haber  muerto; en parte no me arrepiento, en parte sí. He descubierto la  verdad de la vida, su significado… pero, ¡ay!, ¿de qué me sirve a mí el  respeto, la igualdad y el saber si no puedo poner nada en práctica, y  muero frustrado, desdichado y melancólico, mientras veo cómo allá en el  mundo, los hombres no son capaces siquiera de conocer el prólogo mismo  de su destino? Tan ingenuo, que nunca conocerá la verdad… hasta que le  sea relatada al morir.
Posdata: Los cuatro Post anteriores son escritos de hace tiempo, algunos de tres y hasta cuatro años, ¿por que no publiqué algo nuevo? Por que estaba haciendo este relato que me a costado mucho tiempo escribirlo, espero les haya gustado.
Luis Torres
9 comentarios:
Magnífico relato, me gustó mucho, me acordé de la Divina Comedia en algún momento y al final pensé en poema que acabo de publicar. Como que nos pusiéramos de acuerdo. No totalmente naturalmente pero en algo.
¡Felicitaciones! Muy bueno.
Hasta pronto.
¡Eres genial!Magnífico releto. Brillante. Un abrazo.
Muy bueno, gracias!
Excelente Luis!!.. el tiempo me gana y no puedo venir a leerte.. xro siempre es un placer =)
Ohhh siempre es grato tenerte por aca juendy querida auque tal parece ke el post del indeseable de frayjodas no te a gustado.
Besos querida Bloggera
Excelente relato, compañero, vaya que valió la pena esperar este tiempo para poder leerlo. Felicidades!
Un abrazo!
Muy bueno, Luis
"Morir sin haber muerto, sólo por curiosidad..."
Un abrazo
Será un gustazo leerte de nuevo en escribicionistas, mándame tu colaboración a disenarquitectonica@hotmail.com
y entre sábado y domingo te posteo, va?
¡Saludos!
Eh we!, mandame en un correo tu correo (ja!)
aguilarvargas.alejandro@hotmail.com
Dark Angel
Publicar un comentario