Solo le quedaba una moneda. Estaba perdido y no sabía donde ir. Siguió caminando por la oscura calle y a lo lejos divisó una cabina telefónica. Entusiasmado, se apresuró en alcanzarla. Entro rapidamente. Descolgando el auricular, introdujo su última moneda y marcó el número de su casa.
-¿Alo?- Contestó una mujer al otro lado de la línea.
-¡Mamá, ven a buscarme!- Respondió el niño.
-¿Qué pasa hijo? Cálmate y cuéntame.
- Mamá, un hombre me persigue, me está buscando en un auto.
-Pero donde estas hijo- Pregunto la madre alterada.
-Una calle oscura, hay un edificio, se llama…
La llamada se terminó, preocupado, el chiquillo colgó el auricular y salió a la calle desierta. Vio a la derecha y luego a la izquierda. A lo lejos divisó un par de luces que se acercaban. No había donde correr.
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