viernes, mayo 19, 2006

SUCEDIO AL MEDIO DIA (cuento)

En uno de esos días lluviosos se quedó sin trabajo. El trabajo nunca le interesó, por eso se fue sin decirle adiós a ninguno de los grises burócratas que conocía ya hace veinte años. No recuerda por qué lo despidieron, tampoco le importa. En el futuro tendrá los días completos para leer, ver pornos, comprar la comida, masturbarse, ir donde las putas y dejar que ellas lo masturben. Es un vicioso de la masturbación. Los primeros días sin trabajo fueron maravillosos. Cuando el tiempo no tiene candados se abren todas las cajitas posibles para engañar a la conciencia que te dice, cuando te descuidas, que eres un inútil, no más.No sabe qué hacer con el tiempo libre y comienza a experimentar con sus actos. Primero decidió pasar un par de días desnudo, en su casa, frente al televisor. Le dio frío a los veinte minutos y rompió el plan.
Eso necesitaba urgentemente, un plan ¿Qué hacer cuando nada hay qué hacer? Algo, ¿pero qué? Salió a tomarse una cerveza helada, en jarro, sudadita, directa de la fuente. José lo vio entrar, sacó un jarro, lo llenó de cerveza sin espuma y se lo dio a Luis. Tomó como un bebé de los pechos enormes de su madre. Pechos enormes. Un buen par de pechos y un culo bien formado serían un buen complemento para acompañar el mediodía caliente. En el antro estaban los mismos de siempre. Pedro el indio, Miguelito y Saltapatras. Puro perdedor. Luis no quería saber nada de perdedores, sabe que cuando se acepta la mala suerte el destino ya nunca más te suelta. No tiene trabajo, tampoco dinero y vive solo, pero eso sí, al destino lo tiene aún agarrado de los huevos, y ese derecho lo quiere conservar hasta el final. Dame otra cerveza, Pepe, pero esta vez con espuma, hijo de puta. Le sirven la cerveza de mala gana, sin espuma y tibia. No reclama; sabe que una reclamación basta para que ya no le fíen el trago. Es un día de mierda, dice Pedro el indio. Sí, y tengo ganas de coger, le responde Luis. Como dije antes, le gusta la masturbación y eso lo sabe Saltapatras. Si quieres te masturbo rico, como te gusta, le dice; Luis niega, seco. Hoy no trae dinero suficiente, además Saltapatras intentó chupárselo la última vez, mientras lo masturbaba con sus manos de anciano. No le gusta que se la chupen, por higiene, y Saltapatras tiene un hocico feo. La estética es importante para su alma de artista. Hace calor. El día transcurre tedioso. El ventilador de techo rechina más de lo que sopla.Se mira en el espejo colocado frente a él y el espejo lo mira a él, burlón. Te odio, le dice el espejo, eres un despojo orgulloso, no más, pero el orgullo está mal cotizado y tú no tienes acciones en la bolsa. Das lástima. Luis piensa seriamente sobre la posibilidad de romper el puto espejo con el jarro vacío de cerveza, pero eso significaría tener deudas más grandes con Pepe y el maldito sabe sacar el dinero a punta de golpes en los huevos. Ya une vez sintió el rigor de las deudas, así que prefiere desistir y deja el espejo en paz.La sucia puerta del bar se abré. Nadie espera a nadie y lo más seguro es que un ciego se haya perdido, como a veces sucede en las ciudades grandes llenas de ciegos valientes que se enfrentan a la jungla urbana con un ridículo palito de guía. Todos miran con sorpresa el bello cuerpo de una jovencita, sus ojos muestran la desesperación de los que no saben a dónde ir pero deben llegar inmediatamente a un lugar.¿Puedo usar el baño? Pregunta inocente. Los cuatro inútiles miran a Pepe, con ojos de no vayas a decir que no o te despedazamos. Claro que puedes, contesta Pepe, con voz amable, desconocida para los otros. La nena tiene una faldita corta y la blusa apenas le tapa los pechos. Va al baño. Se aguanta el asco cuando descubré las manchas de mierda seca en las paredes y el nauseabundo olor de los orines y vomitadas de los respetables clientes. No le queda de otra. La nena entra, cierra con seguro, orina despacio para no hacer ruido, se seca, saca una toalla higiénica de las mensuales, se quita la usada, se pone la nueva, se coloca el calzón y la falda en su lugar y sale tomando aire fresco como pez fuera del agua. Nadie dice nada, sólo la observan. Ella dice gracias y sale de ese miserable hoyo en el cual nunca más entrará en su vida ni por equivocación, a menos que la suerte le juegue sucio como a Luis y se vea obligada a venderse como puta a esos pobres diablos. A todos les pasa esa idea por la mente. Saben que no será así, dios es perverso, pero no estúpido.
Durante unos minutos nadie dice nada. El dulce perfume de la chiquita aún flota en el aire sudado del antro. Pepe se sirve un Ron con hielo. Es el único que puede tomar un ron, es su bar.Luis se levanta, mira a Saltapatras, saca de sus bolsillos diez soles y le dice que venga con él al baño. Todos miran la acción callados. El único que tiene diez soles es Luis, así que no pueden reclamar nada. Saltapatras toma el billete, se hace la bendición y le dice con mirada coqueta que entre él primero. Luis entra, abriéndose el cinturón, luego Saltapatras, sacándose disimuladamente la dentadura postiza. Luis sabe que tiene al destino agarrado de los huevos, eso se lo comprueba la suerte de vez en cuando, como hoy. Todos saben que el baño no sirve, en realidad nunca sirvió, ya nadie se acuerda, así que haya hecho lo que haya hecho la preciosa nena en esa taza, aún sigue ahí, esperando al afortunado de Luis, el único con un billete listo para la ocasión y perverso absoluto.