miércoles, mayo 10, 2006

SITUACION BAJO CONTROL (cuento)

El frío lo despertó. Un frío jodido que molesta ya desde hace un par de semanas y logra que le duelan los músculos a los viejos. Luis es viejo y sus músculos, débiles. Sale de la cama entumido, va al baño, se baja el pantalón de la pijama, se sienta en la taza… quiere cagar pero descubre que ya no hay papel higiénico ¡Mierda!, piensa enfurecido mientras se sube los pantalones. Se lavaría el culo después de cagar, pero el agua está helada porque a esas horas aún no llega caliente a su triste departamento en el último piso de aquel edificio gris de gran ciudad.
Sin pensarlo viste el abrigo oscuro desmanchado, se pone las botas de invierno de color amarillo con puntos negros; en la Casa de Ayuda no se puede exigir ropa que combine, sobre todo si se recibe regalada. Sale a la calle mentándosela a dios y el universo por ese día helado de mierda. Se dirige a la tiendita de Chema el tuerto, que le fía de vez en cuando, pero MUY de vez en cuando, en caso de emergencia. Este es un caso de emergencia, porque se está cagando. Las dos calles son largas, más largas que cruzar el antártico porque odia el frío, porque no ha tomado su café y porque tiene que cagar inmediatamente. Camina, mira a los idiotas que van a trabajar confiados en la creencia de que el destino ha sido bueno con ellos. Observa las ramas de los árboles, que parecen raíces, como si algún gigante los hubiese plantado al revés. Llega a la tiendita de Chema el tuerto. Lo ve entrar con enojo. Hoy no hay nada para ti, le dice el tuerto sin mirarlo con su ojito amarillento, hasta que no pagues lo que me debes no te doy más nada a cuenta. Luis ignora las palabras del tuerto. Deja que suceda porque conoce la debilidad de los que han perdido algo y saben que nunca más lo van a recuperar. Chema es un tuerto jodido del que se burlan los que le compran con billetes grandes y le dicen prepotentes “toma tuerto comemierda, aquí te pago para que sigas manteniendo esta tiendita de mierda y no pidas limosna como otros miles de tuertos”, eso lo sabe Luis, por eso deja que el tuerto lo trate mal, que descargue; la vida es más fácil cuando se baja la guardia y se le permite a los malditos eternos que se desquiten contigo, después te dan tu premio por aguantar callado.
Toma un rollo de papel higiénico, reciclado, rasposo. El más barato, lo importante es salir inmediatamente a cagar.Tuerto, por favor, no discutamos y apúntame este rollo, debo irme ya.
El tuerto apunta de mala gana el precio del rollo. Pero me pagas el viernes o te mando a mi sobrino el Bulldog, ya sabes, le gusta ver cómo gritas cuando te pega el primer golpe, sólo espera ansioso a que le avise.Luis sale al frío, llega a su casa, entra al baño, se baja el pantalón, se sienta, puja, puja, puja, puja, y no caga. Carajo, piensa, ese puto tuerto siempre me remueve el estomago.Va a la cama, saca uno de los cinco libros que lee, se acuesta y medita un poco sobre la vida. Sabe que ni quejarse es bueno, de todas formas le conoce ya el punto débil al Bulldog. Tiene que gritar fuerte y llorar a lágrima de ramera para que no lo surtan demasiado. Quizás no podrá caminar un par de días por los dolores de la paliza, pero sabe que tiene la situación bajo control.